El Mercader de l’Eixample abrió sus puertas en diciembre del 2015 en Barcelona y desde esa fecha es un baluarte de cocina catalana tradicional y ecológica, acercándose rápidamente a la sostenibilidad.

Un establecimiento donde priorizan los alimentos de proximidad y de temporada, evitando el uso de transgénicos y recuperando productos del Arca del Gusto y los Baluartes del Slow Food. Platos “de toda la vida” recogidos en el recetario tradicional catalán, entre los que destacan el canelón a la barcelonina; el clásico fricandó de ternera; el trinxat de col y patata con morcilla negra de Cal Tomàs; o las croquetas de pollo asado ecológico.

El Mercader de l'Eixample se abastece de productores y agricultores de la zona y de su propio huerto ecológico, un terreno de 300 m2 ubicado en el Parque de Collserola, certificado por la CCPAE, donde cultivan parte de las verduras ecológicas que se cocinan en el restaurante.

De la cocina a la sala, en la carta de vinos, además de una muestra de vinos naturales y ecológicos, están presentes diversas bodegas de prestigio de Catalunya y España.

El Mercader de l’Eixample es la culminación de un proyecto que comenzó en 2008 con la creación de la hamburguesería La Burg de Sarrià, primer restaurante de hamburguesas gourmet de carne de buey en Barcelona. Dos años después nació El Filete Ruso con la misión de reivindicar la importancia del producto de proximidad, estacional y ecológico, haciendo un guiño especial a la cocina tradicional catalana. El pasado verano se ampliaba este concepto con la creación de Fileteando, el primer foodtruck Km 0. Y después de la mano de Claudio Hoyos, propietario del restaurante.

Así, por ejemplo, en la actualidad, el pollo de corral procede de la Torre de l´Erbull en Tremp; los embutidos y productos cárnicos de Cal Tomás y Sauet del Colom, el pan del Baluard de Anna Bellsolá, los helados de Bodevici y algunos productos más de Hortec en cuanto a vegetales y La Selvatana en materia de cárnicos. El pescado entra y sale de la carta según hay o no hay en la Lonja. De ese modo, en la carta solo permanecen como fijos nueve platos y los demás según el mercado lo permite.

En cuanto a la clientela, además de ser convenientemente informada, si lo desea puede llevarse en doggy bag lo que no coma en el restaurante. Y si sobra comida, el personal lo consume. La filosofía del restaurante es no lanzar nada.

En materia de gestión de residuos se reduce y se recicla todo lo que se puede. El agua se sirve en botellas de vidrio y no se ofrecen las refrescantes en lata. El café es de Albara de Balaguer, cuyos envases son reciclables para un producto que se tuesta en leña de poda, con el fin de evitar la desforestación.

¡Larga vida a El Mercader!