Todos los restaurantes quieren ser sostenibles y esbozos de iniciativas en pos de ello se publican por doquier. Pero, pocos saben que hay por debajo de la línea de flotación del iceberg: dossiers tan desconocidos como necesario es abordarlos ya.

En este caso nos referimos a los equipos de frío de los establecimientos de restauración, cuyos gases de refrigeración están bajo análisis y legislación europea para evitar contaminación medio ambiental. Restauradores, equipadores y sus instaladores están muy preocupados con este asunto, ya que se están dando situaciones similares a la época del “estraperlo” dada la escasez o ausencia de oferta de gases “nuevos”, en relación a la demanda y su cuantía en el sector de restauración.

En este orden de consideraciones la preocupación de los equipadores se ha manifestado en otro aspecto: los gravámenes que la administración imponen al sector. La Asociación de Empresas del Frío y sus Tecnologías (AEFYT) que representa el 70% de la actividad de la industria del frío en España, ha declarado su preocupación por el que en los nuevos presupuestos, se incremente el tipo impositivo sobre los gases fluorados, solicitando dicha asociación se derogue, a partir del año 2017, ya que su pago será totalmente inviable para las empresas. De fuentes de la Asociación “Hay que tener en cuenta que muchos de los gases disponibles utilizados en la actualidad, se verán gravados por un impuesto que supone hasta ocho veces más que el propio valor del gas”.

De la lectura de este problema es sencillo deducir que los nuevos costes que deben asumir los fabricantes de equipamiento, deberán ser repercutidos en las negociaciones de precios con distribuidores o clientes finales, no favoreciendo que, en los planes de desarrollo sostenible, se priorice los cambios de equipos de frío o el mantenimiento de los actuales con los gases “legales”, haciendo votos por el que la “escasez”, que en algunos momentos se producen, no lancen al alza sus precios.