Después de dos décadas de grandes avances, el nivel de recogida selectiva bruta , en el Àrea Metropolitana de Barcelona (AMB) se ha detenido en el 34% desde hace cinco años.

"El modelo de gestión de los residuos municipales en el territorio metropolitano se basa principalmente en la prevención y en una recogida selectiva de las diferentes fracciones, así como en las infraestructuras necesarias para su tratamiento".

El AMB aprobó a finales de diciembre pasado, por unanimidad, en el Consell Metropolità una declaración surgida del proceso de reflexión con representantes y expertos y que recoge las medidas para mejorar la recogida selectiva y avanzar hacia una política de residuo cero.

Se persigue alcanzar los objetivos marcados por la Unión Europea a través de la Directiva Marco de Residuos (DMR), que obliga a los estados miembros a reutilizar o reciclar el 50% de los residuos de origen municipal en el 2020.

Son niveles alcanzables. Hay en Europa ejemplos como Milán y Múnich, cuyos niveles de reciclaje superan el 50%. O Parma, con un 80%". El PRECAT20 va a ir más allá y exigirá para el mismo 2020 un 60% de recogida selectiva bruta de residuos municipales.

La declaración contiene cuatro medidas básicas que deberían acercar a la metrópolis de Barcelona a las exigencias europeas:

  1. La priorización en la recogida de la fracción orgánica.
  2. Individualizar la recogida de residuos a partir de sistemas como el puerta a puerta o los contenedores con código.
  3. Compartir con la ciudadanía los costes que supone la gestión de residuos, y
  4. Fomentar cambios legislativos.

1. Mejorar la recogida de la fracción orgánica

El aspecto determinante para obtener buenos resultados es la recogida selectiva de la fracción orgánica, que representa cerca del 40% del total de los residuos municipales. Así, la organización de la recogida selectiva tiene que tener muy en cuenta esta fracción y sería conveniente prestar especial atención a los grandes generadores de fracción orgánica: la hostelería, la restauración y la distribución de alimentos.

2. Sistemas mucho más personales

Se sugiere promover la individualización de la recogida a través de sistemas como el puerta a puerta comercial o doméstica y el uso de contenedores que requieran una identificación previa del usuario.

3. Información y transparencia

La gran mayoría de la ciudadanía no sabe cuánto cuesta la gestión global de sus residuos. Se considera imprescindible hacer visible el coste del sistema de gestión de residuos. Esto puede ayudar a concienciar a la ciudadanía del impacto económico que tiene (en su bolsillo) una recogida selectiva deficiente. En paralelo, será necesario reforzar los mecanismos de transparencia y el control de costes, antes y después del tratamiento.

4. Cambio legislativo

Los expertos sugieren estudiar actuaciones a través de administraciones de ámbito superior para mejorar los niveles de recogida. Estas administraciones públicas podrían ayudar a mejorar la gestión de residuos y la financiación municipal a través de nuevos sistemas colectivos de responsabilidad ampliada del productor o de un sistema de impuestos en este mismo sentido.