Acabó 2016 con una fiebre consumista tan esperanzadora como temiblemente frágil ante las subidas de energéticos y servicios públicos para este 2017. Pese a ello, el optimismo irradia en la hostelería y nadie piensa que una nueva caída será mas dura que la anterior; sobre todo porque el actual sindicato de gurús y gurvis no hacen más que ilustrarnos sobre nuevas tendencias donde el inmejorable comportamiento del cliente en las RRSS genera permanente demanda en todo momento de motivo y consumo. Ahora bien, poco mencionan sobre cómo mantener la calidad ofrecida ante una sequía preocupante en nuevas y mejores tecnologías de producción y un sorprendente despiste de la industria alimentaria sobre la oferta de foodservice que se necesita, ahora que las gamas de productos ya llegan hasta seis… o siete categorías.

Por otra parte, y ligado a lo de la calidad ofrecida, la incesante aparición de precisos concursos televisivos, alimenta una hipótesis de trabajo que algunos profesionales manejamos, en cuanto a que, en las sociedades postindustriales, a mayor número de dichos espacios peor come la sociedad, tanto en el hogar como fuera del hogar. Analicen la correlación de tiempos culinarios en los medios y los niveles de la calidad ofrecida, en EEUU, UK, Alemania…y verán que no está lejos el momento en que dicha hipótesis alcance la debida contrastación.

Menos mal que aun quedan casi 350 días para que estas ideas puedan tirarse a la basura.